El
Dr. Salvador Allende Gossens,presidente de Chile,entró a La
Monedacon su Pueblo.
Por
Gregorio Goldenberg Fucks /
Escritor, periodista,
analista
internacional/ Other News/
Addhee.Ong:
Prolegómenos:
“Los pueblos sin memoria histórica nada significan y
nada valen. Hay que honrar a
aquellos seres humanos que dieron sus
vidas y su existencia por dar contenido, forma y perfil a
nuestras
nacionalidades”. Dr. Salvador Allende Gossens Presidente de
Chile/ Congreso de la Unión
México, 1/12/1972.
El
Dr. Salvador Allende Gossens se había iniciado muy joven en la
política y muy joven había
saboreado e1 gusto del
poder, cuando en 1938, al triunfar en Chile el frente Popular,
el
Presidente Pedro Aguirre Cerda le había llamado para
ofrecerle el Ministerio de Salud.
Allende tenía entonces 31
años. El poder de un ministro no puede compararse al de
un
Presidente de la Republica, pero no deja de ser parte del poder
ejecutivo.
Desde entonces, y más tarde, ocupando cargos
parlamentarios de elección popular, había
sido autor
de muchísimos proyectos de ley, varios de ellos todavía
vigentes. Su vocación
política tenía una
larga historia familiar. Un abuelo suyo había sido senador
en
representación del Partido Radical, que a fines del
siglo XIX era un partido muy
izquierdizante.
En 1933, junto a
otros jóvenes dirigentes políticos Eugenio Matte Rojas,
Marmaduke Grove
Vallejos, Oscar Schnake Vergara y otros), Allende
se entregó a la formación de un nuevo
partido
político, al que bautizaron con e1 nombre de Partido
Socialista de Chile. Dentro de la
actividad en este partido y por
su fácil comunicación con la gente, en 1937 fue
elegido
diputado y entro a formar parte, por primera vez, del
Congreso Nacional. Allí iba a escribir
páginas
importantes de la historia de Chile.
Pero su meta intima, desde
muy temprano en su vida, fue alcanzar la Primera Magistratura
de
la Nación. En 1952, siendo senador por Magallanes, se presentó
como candidato
presidencial. Su contendor era e1 general Carlos
Ibáñez del Campo, a quien Allende había
contribuido
a derrocar en las luchas de 1929 a 1931 contra su dictadura cuando no
era
más que un dirigente estudiantil.
Ya se sabe que
Ibañez de1 Campo fue elegido Presidente en esas elecciones. A
Salvador
Allende Gossens no le gustaba, más tarde,
acordarse de esa campaña: había sacado unos
magros
52 mil votos contra los 446 mil de Ibáñez. A esas
elecciones Allende las llamaría
simplemente “un
saludo a la bandera”. A sus más íntimos les había
comentado: “No podía
sino oponerme al regreso del
dictador, porque por dictador lo sacamos de La Moneda
en
1931".
Saludo a la bandera o no, participo de lleno en
una campaña. La mayor parte de sus 52 mil
votos se
escrutaron en Magallanes. Su provincia no le fallo. ¿Conseguiría
realizar una
campaña nacional en la próxima
oportunidad? °
Esa oportunidad se presentó en 1958.
Ibáñez había comenzado su Presidencia con una
gran
popularidad; los electores habían “barrido”
en todo e1 país; el emblema de su campaña había
sido
una escoba. Pero e1 desgaste de sets años de gobierno, en que
privilegio a sus familiares
y amigos, le estaba costando caro. En
los últimos meses de su mandato, ya nadie, salvo unos
cuantos
fanáticos, se decían ibañistas. *
La campaña
de 1958, debi6 librarse a dos bandas. Jorge Alessandri Rodríguez,
un hábil
ingeniero, hijo de Arturo Alessandri Palma (que
había sido e1 bravo “León de Tarapacá”
y
Presidente en dos oportunidades), con una gran experiencia como
empresario, proclamaba
que podía enderezar la economía
en bancarrota del país. El otro candidato era Salvador
Allende
Gossens. El panorama político se veía muy claro: por un
lado la derecha tradicional,
la derecha económica. y por e1
otro, la izquierda estetizante, revolucionaria y marxista.
Jorge
Alessandri se proclamaba independiente porque de hecho no pertenecía
a ningún
partido, no era un derechista militante, sino
liberal. A la derecha política no le convencía
la
campaña alessandrista: “¿Le entregaría
usted una locomotora a un niño?”.
Eso era para la
derecha Salvador Allende Gossens, un niño, pero un niño
que parecía contar
con un fuerte respaldo de los sectores
populares. Entonces la derecha invento un expediente
que no debía
fallarle: fabricó otro candidato: el cura de Catapilco, un
oscuro sacerdote que
empleaba lenguaje populista, apenas conocido
en e1 pueblo donde era párroco, pero que
tenía
posibilidades de restarle votos a las masas no politizadas.
Y eso
fue exactamente lo que ocurrió. El cura de Catapilco obtuvo
poco más de 33 mil votos;
a Allende, le faltaron poco más
de 30 mi1 para ganarle a Alessandri. Jorge Alessandri salió
elegido
por un muy estrecho margen, pero desde La Moneda demostró que
todo cuanto se
había dicho de é1 era verdad: resultó
ser un buen administrador. Además, disfruto de los
beneficios
de la “Alianza para el Progreso”, una creatura
norteamericana destinada a detener
la influencia de la revolución
cubana en América latina.
La “Alianza para e1
Progreso” no le proporciono mucho dinero a Chile. La condición
esencial
para obtener los dólares de la Alianza del
“tiburón con las sardinas”, como la describió
e1
Presidente de Guatemala, Juan José Arévalo, era
llevar a cabo una reforma agraria.
En toda América latina,
con la sola excepción de México y Cuba, el concepto de
reforma
agraria es un anatema. El continente era gobernado, en la
mayoría de los casos, por los
grandes terratenientes; y
donde no gobernaban ellos, otros lo hacían en su nombre. Nadie
en
Chile pensó hacer una reforma agraria en serio, como
esperaba el Presidente John Kennedy,
creador de la “Alianza
para el Progreso”.
En Chile, Jorge Alessandri hizo una
reforma que fue llamada por los políticos de todos los
colores
del espectro, “Reforma de macetero”. Pero recibió
ayuda de la Alianza; “de macetero” o
en serio, una
reforma agraria recibía dólares de1 país del
Norte. La idea maduro en la mente
de una agrupación
política relativamente nueva, cuya columna vertebral se
hallaba en la
doctrina social de la Iglesia: la Democracia
Cristiana.
En las siguientes elecciones presidenciales, en 196,
Salvador Allende Gossens se presentí de
nuevo a competir
por la sucesión de Alessandri. A1 comienzo fueron dos los
candidatos:
Eduardo Frei Montalva, senador que se había
fogueado en la lucha política y que ofrecía un
menú
nuevo en su banquete. Salvador Allende Gossens tuvo que irse más
a la izquierda para
competir con el lenguaje revolucionario de
Frei Montalva.
Para Frei Montalvase trataba de una “Revolución
en libertad”; para Allende sé trataba de una
revolución
a secas, cada vez más a la izquierda, cada vez más
ligado a una alianza de
socialistas y comunistas. El lenguaje y e1
programa de las dos candidaturas eran demasiado
semejantes para
que un hombre cualquiera, con poca contaminación ideológica,
pudiese
elegir.
Para la derecha económica que en Chile
no había perdido nunca una elección presidencial
hasta
1970 cuando se eligió a Salvador Allende Gossens, los
programas presentados y el
lenguaje de ambos candidatos eran
peligrosamente parecidos. Además, en e1 Partido
Radical,
que una vez fue un partido de vanguardia y revolucionario, surgió
una corriente que
no quería acompañar a Allende por
ser precisamente de vanguardia y revolucionario.
En el seno del
Partido Radical, tradicionalmente el partido de la clase media
chilena, estaba
creciendo la inquietud en un sector que no deseaba
votar por Allende por lo que
representaba su compañía
de socialistas y comunistas. No obstante, no podían inclinarse
por
Frei; esos radicales siempre hablan sido “comecuras”,
masones. Y levantaron la candidatura
de Julio Dura, un senador de
gran prestigio personal, excelente orador y polemista.
Además,
en las elecciones de 1958 se rumoreo que al cura de Catapilco le
habrían pagado
una determinada suma por cada voto que le
restara a Ande. Era un rumor; lo concreto es
que en las elecciones
parlamentarias siguientes, el curita de Catapilco se había
hecho elegir
diputado con e1 apoyo del demonio.
Se bordea la
calumnia si se piensa que Julio Dura y quienes le acompañaron
en esa
aventura presidencial tuvieran en mente algo semejante. El
Partido Radical estaba dividido y
continúo dividido después
de las elecciones presidenciales. Lo concreto en este caso
también,
es que a pesar de haber retirado su candidatura a
última hora, Julio Durán perjudico
seriamente las
posibilidades de Allende. Eduardo Frei Montalva fue elegido con
una
aplastante mayoría.
Esa campaña pareció
a muchos ajenos at pensamiento de Salvador Allende Gossens que
había
sido “la tercera es la vencida'! Pero no fue asi. Si Richard
Nixon pudo luchar en cuatro
campañas presidenciales, ¿qué
podía impedir que Salvador Allende Gossens hiciese
otro
tanto?
Lo que podía impedir esa oportunidad era la
ambici6n sin medida de algunos dirigentes de la
Unidad Popular.
Este conglomerado político tenía muy claro que exista
una posibilidad de
éxito en la campaña de 1970, que
se aproximaba. Para que 1as cosas fuesen democráticas
y
“transparentes”, como este en boga decir
actualmente, cada partido miembro de la Unidad
Popular, cinco en
total, iba a presentar su candidato propio; en mesa redonda de
sus
dirigentes se decidiría cuál de esas cinco
postulaciones tenía la mejor opcion.
En célebres
cabildeos secretos - de los cuales salían los rumores más
espesos a pocas horas
de terminar-, se fueron descartando las
posibilidades. Se barajaba, además del nombre de
Salvador
Allende Gossens por el Partido Socialista, e1 de Alberto Baltra
Cortes, prestigioso
senador del Partido Radical; e1 de Jacques
Chonchol, quien representaba a1 MAPU,
Movimiento de Acción
Popular Unitario, un desprendimiento de la Democracia Cristiana y
que
se había hecho notorio y reconocido en la realizaci6n de la
reforma agraria del gobierno
de Frei; e1 poeta Pablo Neruda,
nombre que postulo e1 Partido Comunista no como una
simple
maniobra electorera: e1
prestigio
del poeta alcanzaba hasta los últimos rincones del
país,
y finalmente y no porque fuese menos importante, e1 senador Rafael
Tarud en
representación de un pequeño partido, el
API, Alianza Popular Independiente, un partido que
llevaba algunos
remanentes del Ibañismo, que como tal se había
desdibujado por completo.
Era menester que de los cinco quedara
uno solo para la camera final.
En la Unidad Popular no existía
mucha unidad, a decir verdad. En e1 propio Partido
Socialista,
Salvador Allende Gossens compitió con el senador Aniceto
Rodríguez. Secretario
general del partido, y Allende
resulto nominado con un expediente poco elegante: en la
reunión
que debió celebrar e1 Comité Central Socialista, a la
hora de la votaci6n, los
partidarios de Rodríguez Arenas
optaron por abstenerse, y formaban una mayoría
evidente.
Cuando esta noticia envuelta en el ropaje del rumor, se
filtró “por e1 correo de 1as brujas”,
como
llamaba e1 periodista Luis Hernández Parker a sus
informaciones cuando eran
exclusivas, todos los demos
precandidatos se sintieron con derecho y con posibilidades
de
resultar favorecidos por la unanimidad de la Unidad
Popular.
Por razones obvias, pronto se descart6 a Pablo Ne-ruda;
e1 país no estaba preparado para
elegir un Presidente
comunista. En e1 curso de las últimas semanas previas a la
inscripción
del candidato, se pensó en el profesor
Baltra y eventualmente en e1 arrastre de Tarud.
Chonchol, siendo
e1 hombre más joven y con menos fuerza de apoyo personal,
retiro su
nombre, y así lo fueron haciendo Baltra y Tarud,
para dejar a Salvador Allende Gossens.
Seña la cuarta vez
que intentara sentarse en el sillón de O'Higgins.
Las
elecciones de 1970 llevaron al final tres nombres, tres opciones muy
diferenciadas. El
Partido Demócrata Cristiano, partido de
gobierno, postulo a Radomiro Tomic. La derecha
volvió a
postular a Jorge Alessandri, el más peligroso contendor de
Allende. Alessandri
terminaría obteniendo la segunda
mayoría, con Tomic en la tercera. Allende obtuvo la
primera
mayoría.
(La figura de Alessandri, es preciso subrayar,
estaba muy disminuida en 1970. Se le había
visto en la
televisi6n con 1as manos temblorosas debido al mal de Parkinson,
según se dijo.
Se le hizo una campaña de ribetes
desconocidos en el país; el matutino E Clarin lo bautizó
como
“La Señora”; la publicidad preguntaba ahora: “¿Le
entregaría usted una locomotora a
un anciano?”
Soterradamente se terminaba la pregunta con “una anciana”;
de este modo
conjugaba con e1 mote “La Señora”.
Fue una campaña que cobro sus víctimas en las
urnas.)
De conformidad con lo establecido en la Constitución
de 1925, en cl caso en que ninguno de
los candidatos obtuviese una
mayoría absoluta, es decir un voto por encima del 50%»
de 1os
sufragios válidamente emitidos, la elecci6n se
sometía al arbitrio del Congreso Pleno, vale
decir, a la
concurrencia de todos los senadores y diputados.
Estos senadores y
diputados podrían elegir entre una de las dos primeras
mayorías. En este
caso entre Allende y Alessandri.
En el
capítulo anterior se vio como se sucedieron los hechos que
llevaron at Congreso Pleno a
votar por Salvador Allende Gossens.
El 4 de noviembre, en presencia de unas 2.500 personas
que
repletaban e1 Sal6n Plenario del Congreso, Salvador Allende Gossens
hizo suyo un
sueño dorado: le van a terciar la Banda
Presidencial con e1 tricolor de la bandera chilena y
se sentara en
el sillón de O’Higgins. A la mañana siguiente la
piensa gobiernista dirá: “Con el
Dr. Allende Gossens,
presidente de Chile, el pueblo entro en La Moneda”.
¡Por
fin en La Moneda! Un gobierno con un programa trazado para seis años,
cumplió solo
poco más de tres,
1.043 dias.
Salvador Allende Gossens no se daba cuenta (o confiaba demasiado en
su
habilidad política), de que tenía un poderoso
enemigo que no le perdonaría fácilmente el
bochorno
de haberlo derrotado. Dentro del país, él lo sabía,
existían conspiradores que hasta
podían llegar a
asesinar al Comandante en Jefe dc1 Ejército. Después
del sepelio del general
Schneider, el Cardenal Primado de Chile,
Raúl Silva Henríquez, visito a1 Presidente Electo en
su
casa, y le dijo: “El murió para que usted gobernara”.
Estas palabras deben de haber
desaparecido de su memoria entre
tantas felicitaciones y tantos abrazos.
Las palabras del Cardenal
Silva Henríquez debieron quedar grabadas en la mente del
nuevo
Mandatario. Los conspiradores que asesinaron al general solo
habían apretado los gatillos de
sus armas; los verdaderos
conspiradores, muchísimo más hábiles y
poderosos, se hallaban
fuera del país, lejos, allá
en Estados Unidos.
El nuevo embajador de los Estados Unidos,
Nathaniel Davis, con el aplomo con que los
diplomáticos
estadounidenses escriben sus memorias (o lo que sea que las
reemplace) una
vez que cumplen el plazo del “Secreto de
Estado” que les impide decir nada relacionado con
su gestión
diplomática, se sintió libre para escribir lo que había
visto, sabido o leído en los
dos años dc su misi6n
en Santiago, añadiendo por su cuenta el material que hiciera
de su
libro un testimonio irredarguible. En 1955, las prensas de
la Universidad de Cornell
publicaron The Last Two Years of
Salvador Allende Gossens.
Un año más tarde, en
septiembre dc 1985, apareci0 la versión en español (con
muchos ripios
de traducción además del
desconocimiento del nombre de muchas instituciones
mencionadas) de
este libro; el copyright es de Plaza & Janes, Editores S.A.,
Barcelona,
España, y se titula igual: Los dos últimos
años de Salvador Allende Gossens. Las citas
entrecomilladas
que aparecen más adelante serán de este libro, salvo
que se señale otra
fuente.
Aquí este la primera
cita:
“La Acci6n encubierta de los Estados Unidos durante e1
periodo 1971-1973.
“Aunque éste sea un tema
conflictivo, ningún comentarista dudara en afirmar que la
acción
encubierta de Norteamérica a partir de 1970
se concentró en la financiación de partidos
de
oposición y de 1os medios de comunicación
chilenos... durante e1 primer año de Allende en
e1 poder se
aprobaron 2,6 millones de dólares en gastos encubiertos por
parte del Comité dc
los Cuarenta estadounidense. Entre el 3
de noviembre de 1971 y e1 11 de septiembre de
1973 se aprobó
un desembolso adicional de aproximadamente 4,7 millones de
dólares,
aunque e1 ultimo millón de dólares
de esta suma, autorizado el 20 de agosto de 1573, no se
había
desembolsado aun cuando se produjo el golpe. El gobierno
estadounidense
desembolso algo mas dc 6 millones de dólares
aproximadamente, para acciones
encubiertas en Chile durante los 3
años de mandato de Allende, o sea, 2 millones de dólares
por
año”. (pag. 280.)
¿Quiénes fueron
algunos de los recipientes, de acuerdo con lo que escribe e1
embajador
Davis? En la pagina 281 Dice:
“Más
tarde, en ese mismo año (1972), 100.000 dólares de los
fondos aprobados para las
elecciones de marzo de 1973, fueron a
parar a SOFOFA, CAP (Confederación de Asociaciones
Privadas)
y FRENAP (Frente Nacional de Actividades Privadas)”.
En e1
capítulo del libro del embajador Davis, del cual se extraen
estas dos citas a título de
ejemplo, aparecen recipientes
de grandes sumas, como e1 periódico El Mercurio.
Tambien
figuran con sumas considerables. El Partido Nacional, los
“democristianos” (que es como los
llama Davis) y “la
fracción escindida del Partido Radica*.
El gasto
fundamental se hacía “financiar la organización,
prensa, actividad política y
publicidad de estos partidos
de oposición”. Davis se refiere constantemente a1
Informe del
Comité Church, mencionado ya anteriormente y
del cual cita sin temor a equivocaciones. Lo
mismo hacemos
nosotros aquí citando a1 Embajador Davis.
Los mil y tantos
días del Presidente Allende en La Moneda no fueron un paseo
campestre. El
Mandatario tuvo que enfrentar no solo a su poderoso
enemigo del Norte/Estados Unidos;
también tenía
poderosos enemigos dentro de su propio partido, el Socialista, y en
el seno de
diversas organizaciones políticas y
paramilitares que surgieron al amparo de su Gobierno,
entre
quienes sostenían ser sus adherentes y defensores más
leales y confiables.
Lo subrayado/interpolado es
nuestro.
“Compañeras, compañeros y jóvenes
de nuestra Patria,
Dijimos, venceremos y vencimos”.
El
senador Radomiro Tomic Romero con su amigo el
presidente electo
Dr. Salvador Allende Gossens,
ofreciéndole su total apoyo,
porque según el senador
nortino: “Hay gente en Chile
que no duerme, porque no
tiene que comer y, hay gente que teniendo
que comer, no
puede dormir pensando en lo que pueden hacer los que
no
tienen que comer”...